Aunque seguramente a estas alturas ya casi todos sabréis de esta exposición, El coleccionista, de la maestra Graciela Olio, no quería dejar de reflejarlo en el blog y dar una visión que a mi personalmente me interesa mucho que es la del objeto encontrado e intervenido.
En esta exposición creo que Graciela se acerca más a la intervención que a la creación en si misma. Dejarse llevar por los objetos, contaminarse de ellos y después, solo después intervenir con su acción-lectura.
Esta línea de trabajo se acerca a la que en otras ocasiones he presentado como los trabajos de Yves Masfliet, o los de Barnaby Barford. Ambos al igual que Olio, trabajan a partir de obras decorativas ya realizadas, intervenidas para crear una historia que en ocasiones se traslada al vídeo o empleadas como elementos necesarios para un collage narrativo.
Al pie de algunas de las imágenes seleccionadas copio el texto curatorial facilitado por la misma Graciela Olio.
Centro
Cultural Islas Malvinas. Del 9 al 29 de Marzo de 2012. La Plata., 19 y 51. De Lunes
a Lunes de 10 a 22hs.
Texto curatorial: Claudia Toro
De lo múltiple a la unidad en un ida
y vuelta que consigue hacer puente y en ello, en el cruce, genera un tránsito
en desarrollo permanente.
El recorrido siempre en conexión,
superposición, diálogo, entre términos, conceptos, categorías, obra, y allí la
obra de Graciela Olio se asocia a artistas que indagan en esos recorridos, se
cruzan, se rozan y hacen signo ya en la selección del camino transitado del
objeto cerámico. Partiendo del arduo trabajo que implica el hacer de una
disciplina ancestral que sigue contemplando diversidad dentro de categorías del
arte asociada a lo cotidiano, al
uso, a la funcionalidad y con sus particularidades dadas fundamentalmente por
el servicio a la humanidad, la Vajilla de Olio brinda al mundo su servicio a la mesa, al alimento, y
también al ornamento saliéndose del ornamento mismo, yendo al ojo que no solo
deglute, sino espera luego de la comida, el postre: vajilla híbrida.
Las imágenes son allí como cáscaras
en los platos, como de sobre mesa, mesa que se ha compartido con otros
comensales; y a modo de restos de la historia, hacen capas que se evidencian
sobre la superficie dando representación sin imagen en el fragmento o en el
detalle, solo con calidad donde se diferencian las tonalidades y se amalgaman.
Reviven en el soporte cerámico, sobre el brillo, opacándolo.
Las técnicas tan preciadas son las
mismas que a principio del siglo pasado, revividas por el fuego, adosándose con
las nuevas imágenes conforman objetos factibles de ser coleccionados.
“El alma
encuentra en un objeto el nido de su inmensidad.”
”Baudrillard escribe que dentro
de la pasión de un coleccionista, la prosa
cotidiana de los objetos se vuelve poesía, pues éstos, más allá de su
funcionalidad, se convierten en recintos de la mente, disparos de la memoria,
actos de sujeción a un estado remoto de las cosas”...
Gastón
Bachelard
Hay en las cosas cosas que
alguien elige por alguna razón, por alguna ilusión, por alguna intuición, por
algo que reduce la percepción a instaurar un reino del objeto.
Hay cosas, palabras,
sentidos, deduciéndose del tacto del ojo como órgano que talla sobre las
superficies.
Hay flores, guardas,
animales, faunas que difieren del original de la vajilla antigua, signo de lo contemporáneo
que propone capa sobre capa develar narrativas de de-calque, de imagen sobre
imagen, dibujando diferentes territorios se superponen dando nueva imagen.
Hay superposición en la
vajilla resignificada por Olio, ante los ojos de “el coleccionista” y donde el
valor de la colección allí reside; en la resignificación, en el elemento hecho
signo, calcomanía sobre calcomanía con años de diferencia entre ellas. También
se da en varios aspectos en el cruce con la obra de otros artistas, las
gráficas en algunos casos pierden identidad. Una interviene sobre la otra,
dialoga en el lenguaje y en el concepto, en la forma y en el contenido con Ana Gómez
y esta con Julieta Cosentino. Dialoga con el viejo utilitario craquelado por el
tiempo, con el vidrio matificado por la historia del uso, lo contempla, lo
elige para que “el coleccionista” haga su parte. Olio es artífice del
coleccionista haciendo objetos de valor, de extrema belleza.
Entonces sucede luego la
repetición y la acumulación haciéndose a través de un vidrio; como en el
cristal del ojo también lo vítreo atrapa la mirada y la refleja. Y del otro
lado de la vitrina, por dentro y por fuera, por todo el espacio “el
coleccionista” con ojo atento, guarda sus objetos, los resguarda, los hace
deseables.
Mirar, esta muestra en la que
Olio hace la colección, hace al coleccionista, hace que el objeto sea bello
para ser coleccionado, implica aproximarse no solo a ver, sino a rememorar
aromas, texturas, colores asociados con el alma. La fotografía aquí testimonia
y habla de los mundos generados por otros puntos de vista, por el ojo que busca
constantemente en diferentes ángulos, no en líneas lisas. Y deja que el polvo,
como el tiempo, como el orden, se depositen sobre las cosas... hasta que una
nueva mirada llega para traerlas nuevamente a este mundo de lo casi
imperceptible, de lo sutil, de lo inanimado hecho vida con la resignificación.
C.T.