BENJAMIN MENENDEZ. Páginas de tierra.
Hace unas semanas anunciabamos la intervención de Benjamin en el Hall de la Facultad de Filosofia y Letras de León. Ahora podemos disfrutar de las imágenes del potente montaje y del texto que Jaime Luis Martín ha realizado con motivo de la instalación.
El tiempo como autor.
El vestíbulo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León se convierte, durante algo más de un mes y desde 1994, en un espacio abierto a diferentes propuestas, creadas expresamente para el lugar y con total libertad de realización, tanto temática como formal. El «Hall transformado», denominación general del proyecto, fue una iniciativa del catedrático de Arte Contemporáneo y crítico de arte Javier Hernando Carrasco, si bien las dos últimas ediciones las ha coordinado su compañero de departamento Roberto Castrillo.
Este año se invitó a intervenir a Benjamín Menéndez (Avilés, 1963) que abordó la transformación del poderoso hall con una pieza de barbotina de 11 por 9 metros, que ocupa la parte central del suelo y se encuentra semisuspendida mediante tensores a las galerías de la segunda planta y apoyada en una lámina de superficie irregular, realizada con el mismo material empleado en la pieza principal. La plancha superior concebida como un gran lienzo conserva la memoria de su manipulación y registra las huellas producidas por el paso del tiempo y las condiciones medioambientales. El resultado final, al cabo de un mes, será muy diferente al de sus inicios, matizándose el color, definiéndose las texturas y pronunciándose los agrietamientos a medida que pasan los días y se acentúa la desecación, convirtiendo el proceso en una metáfora de lo efímero y lo frágil. En el centro de esta placa emergen distintos volúmenes -esferas, conos, tuercas- que rompen la uniformidad del plano, salpicándolo de pequeños accidentes geométricos que evocan el mundo industrial.
Benjamín Menéndez ha conseguido alterar el espacio, provocando un diálogo con los diferentes elementos arquitectónicos que configuran el hall; recogiendo la luz que se cuela cenitalmente y modifica, durante las horas del día, los distintas tonalidades -desde el gris al blanco puro- que definen cromáticamente la pieza; y permitiendo que el tiempo introduzca, a su antojo, transformaciones en la materia, continuando, de esta manera, el relato que inició el artista.
El vestíbulo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León se convierte, durante algo más de un mes y desde 1994, en un espacio abierto a diferentes propuestas, creadas expresamente para el lugar y con total libertad de realización, tanto temática como formal. El «Hall transformado», denominación general del proyecto, fue una iniciativa del catedrático de Arte Contemporáneo y crítico de arte Javier Hernando Carrasco, si bien las dos últimas ediciones las ha coordinado su compañero de departamento Roberto Castrillo.
Este año se invitó a intervenir a Benjamín Menéndez (Avilés, 1963) que abordó la transformación del poderoso hall con una pieza de barbotina de 11 por 9 metros, que ocupa la parte central del suelo y se encuentra semisuspendida mediante tensores a las galerías de la segunda planta y apoyada en una lámina de superficie irregular, realizada con el mismo material empleado en la pieza principal. La plancha superior concebida como un gran lienzo conserva la memoria de su manipulación y registra las huellas producidas por el paso del tiempo y las condiciones medioambientales. El resultado final, al cabo de un mes, será muy diferente al de sus inicios, matizándose el color, definiéndose las texturas y pronunciándose los agrietamientos a medida que pasan los días y se acentúa la desecación, convirtiendo el proceso en una metáfora de lo efímero y lo frágil. En el centro de esta placa emergen distintos volúmenes -esferas, conos, tuercas- que rompen la uniformidad del plano, salpicándolo de pequeños accidentes geométricos que evocan el mundo industrial.
Benjamín Menéndez ha conseguido alterar el espacio, provocando un diálogo con los diferentes elementos arquitectónicos que configuran el hall; recogiendo la luz que se cuela cenitalmente y modifica, durante las horas del día, los distintas tonalidades -desde el gris al blanco puro- que definen cromáticamente la pieza; y permitiendo que el tiempo introduzca, a su antojo, transformaciones en la materia, continuando, de esta manera, el relato que inició el artista.
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